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Entrevista serie “Nuevas Autoridades USACH”

Desde la didáctica de las ciencias experimentales se suma una nueva coordinadora a LPF Usach, quien plantea volcar la discusión en torno al género y la ciencia hacia el cuestionamiento de la integración de la mujer en la academia, para proyectar de manera más firme su real inclusión y lo que esto implica.

La Directora de Vinculación con el Medio de la Facultad de Ciencia de la Universidad de Santiago de Chile, Dra. Carla Hernández Silva, se suma al equipo del Consorcio Science Up como Coordinadora del Eje de Liderazgo y Participación Femenina (LPF) para esta facultad. Cargo que asume con entusiasmo para aportar en los desafíos actuales que enfrentan las mujeres en las áreas de ciencia y tecnología.

Su relación con la ciencia comienza en su infancia, cuando su abuelo, que era un aficionado de la astronomía le enseña a utilizar un telescopio. Fue ese interés lo que la llevó a estudiar física, cursando luego pedagogía para cambiar la forma en que las y los jóvenes se acercan a la disciplina.

Solo tuvo una profesora durante la carrera y esa realidad es la que hoy se cuestiona, pero no solo por la falta de mujeres, sino por lo naturalizada que estaba esta situación. “No tuve muchos referentes femeninos durante mi formación y creo que eso también fue y ha sido hasta ahora, una motivación para mis intereses de investigación y divulgación”, señala.

Luego de unos años trabajando en colegios, pudo ver la necesidad de cambios al interior del aula y en el contexto socioeducativo en general, por lo que decidió especializarse. Viajó a España, donde realizó un máster y luego un doctorado en didáctica de las ciencias experimentales, comenzando sus actuales líneas de investigación: el impacto del aprendizaje activo en la física y la formación docente en ciencia, en las cuales se ha dedicado a integrar la perspectiva de género.

En sus investigaciones ha abordado las experiencias formativas de las estudiantes de física a nivel escolar y universitario. “Un ambiente de aprendizaje que no sea inclusivo o que propicie la discriminación de género puede tener un impacto negativo en la percepción de autoeficacia de las mujeres hacia la física”, señala, concepto que hace referencia a la creencia acerca de las propias capacidades para desenvolvernos en contextos específicos, que en el caso de la física puede influir en las decisiones vocacionales o incluso en la deserción académica.

Desde esta mirada, hoy asume su nuevo rol en el Consorcio, proponiendo cambiar el modelo de la integración que históricamente ha estado asociado a la participación de la mujer en la academia, por uno que realmente se construya desde la inclusión y el respeto.

“Una de mis preocupaciones frente al tema del liderazgo y la participación femenina es que la mayoría de las medidas se enfocan en la integración de las mujeres y en fortalecer nuestras capacidades, pero dejan de lado las condiciones desiguales del entorno en el cual se espera que participemos. El problema de las brechas de género en ciencia no es sólo un tema de mujeres, y debe ser abordado por la comunidad académica en su conjunto para crear un ambiente más equitativo y realmente inclusivo”, puntualiza.

Frente a la motivación de las nuevas generaciones de niñas y jóvenes a sumarse a la ciencia, plantea que primero hay que cambiar la visión que la sociedad tiene de la misma, visibilizando mucho más las características del trabajo científico y las contribuciones que actualmente realizan las mujeres. Algo que plasmó en su libro de divulgación “¿Qué hacen las científicas?”, publicado por Editorial USACH.

Hay que concebir la ciencia como un espacio donde todas y todos tienen la posibilidad de contribuir y desarrollarse, tanto en lo personal como en lo profesional, y desde diversas experticias. Es probable que más niñas se interesen y dediquen a la ciencia, si saben que pueden participar de ella desde sus diversos intereses, porque la ciencia es interdisciplinaria y ante todo, una actividad humana donde todas podemos contribuir. Para esto es que debemos seguir trabajando”, concluye.

Por Camila Retamal Contreras

Esta columna de opinión nace en el marco del curso electivo dictado en la Facultad de Ciencia y en la Facultad de Química y Biología: “Comunicación de la ciencia para público no científico”.

“Mujeres en la Ciencia” (Picture a Scientist) es un documental que expone a la luz los desafíos y obstáculos que se enfrentan las mujeres en el campo de la ciencia y su lucha constante por la equidad de género en este espacio. Por lo cual, esta obra cinematográfica, dirigida por Sharon Shattuck e Ian Cheney, tiene como principal propósito comunicar a través de experiencias las barreras sistemáticas y culturales que han limitado el avance de las mujeres en la ciencia.

Quizás para muchas personas la posibilidad de que las mujeres reciban menos reconocimiento por sus contribuciones científicas no sea tan relevante, ya que es muy difícil para muchos imaginarse a una mujer con un delantal blanco trabajando en un laboratorio y, de hecho, está demostrado que cuando se le ha pedido a un niño representar a una persona que se dedica en el campo de la ciencia, la mayoría de las representaciones son hombres.

Y en verdad no es culpa de la infancia tener estas concepciones sobre los científicos, los estereotipos de género en los medios de comunicación perpetúan la vista tradicional de las mujeres, y esto puede influir en las percepciones de los niños sobre nosotras, y es una de las reflexiones más importantes que suscita este documental, que es la persistencia de estas problemáticas en base al prejuicio y estereotipos arraigados en la sociedad, que influyen en la forma en que las mujeres son percibidas y valoradas en el ámbito científico, tecnológico, matemático, etc. Hemos vivido por siglos en un sistema donde el hombre ha sido el principal protagonista de los cambios y la evolución.

Un ejemplo canónico es el de Rosalind Franklin, su contribución fue fundamental para el descubrimiento de la estructura del ADN, pero en su momento no fue reconocida por tal hecho, después de su muerte la comunidad científica recién se había dado cuenta de que se le negó injustamente la autoría del artículo original de Crick y Watson. Aunque ella no fue la primera ni la última en atravesar este tipo de discriminación.

Pero, por otra parte, “Mujeres en la Ciencia” les demuestra a otras mujeres la importancia de la representación y el poder del modelo femenino, porque cuando las mujeres vemos a otras mujeres siendo exitosas en la ciencia, se crea una percepción de que nosotras podemos llegar a ser exitosas, alcanzar logros y por sobre todo desafiar estereotipos.

Me impresionó ver la resiliencia y la determinación de las científicas entrevistadas, ya que, a pesar de los desafíos y los obstáculos que enfrentaron, siguieron adelante con su trabajo científico y abriendo camino para las generaciones futuras, para hombres y mujeres, porque si bien la iniciativa es hacernos notar en este campo, tampoco es mirar en menos al otro, hay que lograr una verdadera igualdad de oportunidades y de género.

Todos somos parte del cambio, en construir entornos inclusivos y seguros, es de suma urgencia tratar estos temas y es un recordatorio poderoso del cual todavía hay mucho trabajo por hacer y lograr. La comunicación de estos problemas y la visibilización de estas barreras permiten generar cambios en las políticas, ya que se evidencian las consecuencias.

Gracias a esto se pueden sentar bases y medidas concretas para la construcción de una comunidad científica más equitativa, en términos de género, raza y origen étnico. Es importante tener una visión reveladora, porque nos incita a reflexionar sobre nuestras propias percepciones y acciones, y nos impulsa a trabajar juntos para un futuro más equitativo y justo.

Ante el nuevo desafío que asume, el nuevo Coordinador del Eje de Vinculación con el Entorno Socioeconómico, de Science Up en la Facultad de Ciencia de la Usach, reflexiona sobre el impulso de la innovación desde las fronteras del conocimiento.

Una nueva autoridad se suma al equipo del Consorcio Science Up en la Usach. Se trata del Dr. Guillermo Romero Huenchuñir, Vicedecano de Investigación y Postgrado de la Facultad de Ciencia de la Universidad de Santiago de Chile y actual Coordinador del Eje de Vinculación con el Entorno Socioeconómico (VESE).

“Como autoridad, es importante promover la innovación y el emprendimiento, y en el proceso, aprender de estos temas. Para mí es un desafío cambiar el switch de físico teórico, por la inercia y mi formación, por eso creo que es importante que exista este Consorcio, para que la comunidad universitaria tenga un acercamiento a la innovación”, señala el académico.

Estudió Licenciatura en Física Aplicada en la Usach, influenciado por la forma de mostrar esta disciplina de su profesor de educación, pero su determinación de seguir una carrera académica vendría de la mano del electromagnetismo, rama de la física con la cual se inspiró para seguir una carrera científica.

Las primeras publicaciones en su doctorado, realizado en la misma universidad, lo motivaron a perseverar en la academia. Es en ese período que realiza una pasantía en Bilbao (España), donde trabajaría con el profesor Enrique Solano. Una etapa que lo marcó, volviendo luego a realizar un posdoctorado en España por cinco años, época que recuerda como una de las más productivas de su vida.

Acercamiento a la innovación

Su línea de investigación se desarrolla en información cuántica y simulación cuántica, en la que estudia el control cuántico de sistemas de muchos cuerpos, y circuitos cuánticos superconductores. Investigación que es parte de las fronteras del conocimiento, área que en el mundo empresas como Google, IBM, LG y Microsoft destinan muchos fondos.

“Nuestra esperanza es que haya un breakthrough que muestre un punto de inflexión, donde los computadores cuánticos realmente superen a los computadores clásicos y comiencen a coexistir para resolver problemas de forma conjunta”, expresa

Su primera aproximación a la innovación fue en su pasantía de doctorado en España. Su profesor le planteó un desafío: desarrollar un detector de fotones, pero en el rango específico de 1 a 10 GHz, algo que no existía en esa época. Luego de una ardua revisión bibliográfica, encontró la solución.

“En el año 2009 publicamos un artículo que se llama Microwave Photon Detection en circuitos superconductores y eso dio lugar a una patente. Lamentablemente nunca se comercializó. Falto que más investigadores se interesaran para avanzar hacia pruebas de principio, que indicaran si era viable técnicamente”, recuerda.

Esta es una muestra de cómo los profesores pueden impulsar la innovación en las investigaciones de postgrado. Pero no siempre el impulso a esta área tiene que ser en esa dirección. Él ha observado que en su facultad la inclusión de la comunidad académica a través de estudiantes que desarrollan propuestas innovadoras ha tenido efectos positivos.

“Los estudiantes están participando cada vez más en los concursos de innovación. Esto ha implicado que cada vez más académicos se involucran a guiarlos en sus proyectos, lo que los hace más receptivos a estos temas. Es interesante ver cómo se impulsa la cultura de la innovación desde el estudiantado al profesorado”, rescata.

Mirando este panorama, y el de las otras disciplinas de su facultad, cree que es muy relevante formar a los profesionales para que puedan enfrentar el futuro. En los programas que actualmente impulsa su eje, ve una forma de propiciar las habilidades necesarias, como el pensamiento divergente, el liderazgo y el diseño e implementación de soluciones innovadoras.

“Más a futuro, por lo menos en mi área, habrá un punto donde se necesitará gente especializada que sepa manipular computadores cuánticos. Hoy hay startups y desarrolladores de algoritmos cuánticos, lo que dice que el tema mueve. Lo que pasa es que, claro, ¿dónde está el punto de inflexión? Eso todavía no se sabe. Esto pasa en muchas disciplinas científicas, por lo que preparar a la comunidad para participar en entornos de incertidumbre, se vuelve una necesidad”, expresa.

A pesar de los 10 mil kilómetros de distancia que separan Chile con Mozambique, Amirah sigue conectada con su país, sumándose a un grupo de talentosas mujeres de Mozambique que buscan que las nuevas generaciones no solo continúen con sus estudios, sino que también tratar de equilibrar las comunidades escolares, ya que hoy en día, por cada dos niños, hay una niña.

El cielo nocturno sin contaminación lumínica, a las afueras de la ciudad, motivó la curiosidad de Amirah Luna Izidine. A sus 15 años, en el Día de África, unos jóvenes expusieron sobre Astronomía en su colegio. Entre ellos estaba Dinelsa Machaieie, la primera doctora en esta disciplina de Mozambique. Este se transformó en un encuentro determinante para que Amirah escogiera quién quería ser en el futuro, ya que para llegar a ser Astrofísica, se convenció de venir a Chile.

Lamentablemente, la pandemia del Sars-Cov2 complicó sus planes. En las sucesivas cuarentenas, conoció a través de Facebook a divulgadoras y divulgadores, quienes la integraron a su grupo. Fue en este grupo donde dio sus primeros pasos en la investigación, tomando el nombre de “Detetives do cosmos”, grupo mozambiqueño que se sumó a las campañas de ciencia ciudadana de la “International Astronomical Search Collaboration”. Programa de Hardin-Simmons University, que les proporcionó información del Cinturón Principal de Asteroides, que los llevó a descubrir el cuerpo celeste rocoso “2021 TK43”, hallazgo corroborado en 2022 por la NASA.

En paralelo, comenzó en 2021 a estudiar Astronomía en la Universidad Andrés Bello (UNAB), como estudiante externa y en modalidad online. Sin embargo, por diversos motivos, no pudo oficializar su ingreso a la Universidad. Cuando estuvo a punto de rendirse y escoger otro país para estudiar, la Universidad de Santiago de Chile abrió la carrera de Astrofísica con mención en Ciencia de Datos, quienes analizaron su caso excepcional y la integraron a esta primera generación.

El camino no fue fácil, a pesar de sentirse afortunada por no sufrir los estereotipos de género aún presentes en su país. El esfuerzo de su madre ecuatoriana y su padre mozambiqueño, le permitieron acceder a una educación privada y no una pública, ya que en ésta última ella observaba la mayor brecha de género en Mozambique, realidad que no le es indiferente, integrándose a iniciativas que buscan revertir esta situación.

¿Las niñas tienen dificultades para estudiar ciencias en tu país?

Es difícil hablar de sesgos en la ciencia si a las niñas ni siquiera se les da la oportunidad de seguir sus estudios. Hay muchas que siguen en la educación secundaria, cuando a esa edad deberían estar en estudios superiores. Esto es porque se casan más temprano o porque tienen hijos o porque sus papás creen que deben estar en casa ayudando o en la misma agricultura. Entonces hay muchas problemáticas que hacen que particularmente las niñas no sigan sus estudios universitarios.

A nivel nacional, hay casi el doble de niños que niñas en la escuela. Esto se debe a la percepción de que los hombres son los que trabajan, son quienes deben contribuir a la parte económica en la familia y en la sociedad.

Hemos avanzado un montón considerando que nuestro país es nuevo, ni 50 años tenemos de independencia, pero el gobierno debe implementar acciones. Necesita erradicar este pensamiento retrógrado, transmitido de generación en generación, para que las niñas tengan una educación continua, inclusiva y de calidad, para poder ahí hablar de las niñas en ciencias. 

Si no tienen la oportunidad de estudiar, menos de elegir dedicarse a la ciencia

Claro, hay mucho que hacer. Hoy existe un programa llamado Girl Move Academy,  que ganó un premio de la UNESCO por promover la educación y el liderazgo femenino en Mozambique. Es como un intercambio. Yo, por ejemplo, recibí el curso Rise & Shine, en el cual participaron alrededor de 4000 mujeres más. Ahora me siento preparada y con herramientas para motivar a las generaciones futuras a estudiar.

Una actividad obligatoria del curso fue generar un círculo, que significaba buscar niñas más pequeñas que tú y mostrarles realmente qué es la educación, el por qué están yendo a la escuela, para que no lo hagan por obligación, sino por cuán lejos las puede llevar. Yo escogí niñas de 12 a 13 años, porque según estudios, es ahí cuando las niñas comienzan a perder la confianza, sienten que no son capaces y, por ende, terminan no estudiando lo que les gusta. La brecha de género en ámbitos científicos dice que comienza ahí, en la época en que mi país ellas comienzan la secundaria.

Participar de este programa fue una experiencia muy bonita. Nos presentamos, contamos nuestras historias y les dije que no estaba allá, sino que estudiando en Chile. Eso también es importante. Las niñas se quedaron muy interesadas y con ganas de aprender. Es muy gratificante estar contribuyendo al fortalecimiento de las niñas de mi país.

Es muy interesante que quieras tener un impacto positivo, como el que tuvo la Dra. Dinelsa Machaieie a tus 15 años

Ella fue un modelo a seguir. El hecho de que yo la conociera a los 15 años tuvo un gran impacto en mí y creo que lo va a seguir siendo. Es la primera persona haciendo esto. Me hizo pensar “si ella ha llegado tan lejos, yo también puedo”.

No es por nada que yo escogí niñas cercanas a esa edad, con el objetivo principal claramente de la educación, pero le puse mi toque, que es el lado científico. Les pregunté si ya sabían que quieren ser de grandes y una me dijo que quería ser médica y otra arquitecta. Siento que es porque en Mozambique no se conocen las carreras que existen en el mundo el día de hoy, solo las más conocidas. También trato de transmitirles esta realidad, mostrarles las oportunidades que tienen y los mil caminos posibles que pueden tomar y ofrece la ciencia.  

Entrevista serie “Nuevas Autoridades PUCV”

Tras ser decana de la Facultad de Ciencias Agronómicas y de los Alimentos, la vicerrectora Besoain busca impulsar el emprendimiento, la innovación y la participación femenina en carreras STEM desde su nuevo cargo en VINCI PUCV.

Actualmente la Dra. Ximena Besoain se desempeña como vicerrectora de Investigación, Creación e Innovación PUCV, cargo que asumió el año pasado tras la asunción del rector Nelson Vásquez y con ello integra el nuevo equipo de gobierno superior de Rectoría.

Ximena Besoain, además de ser ingeniera agrónoma, es magíster en Ciencias Agropecuarias y doctora en Fitopatología, con una vasta experiencia en el área científica y académica, lo que le ha permitido liderar diversos proyectos.

Como representante de Rectoría PUCV en el Consorcio, ¿cuáles son los desafíos que tiene VINCI PUCV respecto a su vínculo con el Consorcio Science Up?

Los principales desafíos para Science Up es lograr implementar los minor en las diferentes universidades que componen Science Up; continuar respaldando proyectos de Innovación; apoyar el día del “Encuentro de Investigación en la PUCV” que se enlaza con otro proyecto que apoya nuestra vicerrectoría referente a innovación en el modelo educativo en nuestra universidad, que es el “Proyecto UCV19101”.Además, promover y visibilizar la participación femenina en carreras STEM (Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas) y en este sentido coordinar esfuerzos con la Dirección de Género recientemente creada en nuestra universidad dependiente de la Vicerrectoría de Desarrollo.

Continuar estrechando lazos con la Universidad de Santiago de Chile (USACH) y la Universidad Católica del Norte (UCN) con actividades como workshops o talleres efectuados por las tres universidades. Recientemente se efectuó en el mes de enero un taller con actividades en Viña del Mar y Curauma, organizado por Luis Mercado, director ejecutivo de este proyecto, actividad que permitió estrechar lazos, sortear dificultades y proponer mejoras al proyecto.

¿Cuál cree que es el mayor aporte del Consorcio Science UP a la PUCV?

Considero que es introducir la generación de competencias de innovación y emprendimiento (i+e) y transferencia de conocimiento en los programas curriculares de las ciencias, especialmente los institutos asociados a la Facultad de Ciencias como los institutos de Biología, Física, Química y Matemáticas. Es crucial para los futuros profesionales e investigadores que se forman en nuestra universidad. Además, es muy importante el apoyo que se está realizando a estudiantes de pre y postgrado de estas disciplinas proporcionando infraestructura y fortaleciendo la vinculación con el entorno.

¿Qué proyecciones tiene para el Consorcio Science Up durante 2023?

Durante este año se debiese terminar la preparación de un minor i+e en nuestra universidad, el que se está diseñando en forma simultánea con las otras dos universidades que integran este proyecto, USACH y UCN y nuestra universidad que lidera este proceso. Este minor tributa al objetivo de incorporar competencias de Innovación y Emprendimiento en estudiantes de ciencias de nuestra universidad.

¿Cuál es su visión respecto a que estudiantes de pregrado y posgrado estén desarrollando emprendimientos de base científica-tecnológica con el programa Growing Up?

Este aspecto es fundamental, durante el año pasado se realizó el concurso para estudiantes emprendedores y en estos momentos ellos están ejecutando sus proyectos.

El apoyo que está realizando Science Up es crucial para lograr que los estudiantes se conecten desde la etapa de pregrado o postgrado con el emprendimiento. Esto logrará insertar en ellos o ellas la importancia de la innovación y el emprendimiento tanto para nuestro país como para su desarrollo personal.

El proyecto de Roberto Bastías, Kiwiphage, luego de diez años, firmó el contrato de licencia de transferencia con la empresa Agroadvance. Desde su punto de vista, ¿de qué forma el Consorcio y la PUCV pueden fomentar a que más académicos se motiven a realizar proyectos como este?

El proyecto de académicos como el caso del profesor Roberto Bastías, sin lugar a duda es un proyecto exitoso de transferencia tecnológica. En este sentido, la Dirección de Investigación (DI) apoyó el trabajo inicial de esta innovación, luego la Dirección de Innovación (Di+e) apoyó el desarrollo de dos proyectos FONDEF en donde la Oficina de Transferencia Tecnológica (OTL) y Science Up contribuyeron en la protección de esta nueva tecnología y las etapas que involucró todo el proceso de transferencia tecnológica.

Primero mostrar este trabajo es un buen incentivo y también comprender que las buenas ideas que surgen del trabajo científico y que generan tecnología (sobre todo sustentables) saldrán adelante no sin una buena cuota de perseverancia y liderazgo. Sin lugar a dudas el trabajo es arduo, pero cuenta con el apoyo de VINCI en sus diferentes etapas y desde ya incentivo a otros investigadores e investigadoras a enfrentar estos desafíos. Además, en Science Up fue un colaborador determinante a través de su programa de rápida implementación, en alcanzar la cercanía de la tecnología al mercado.

Entrevista serie “Nuevas Autoridades PUCV”

Durante el 2023, Mercado buscará impulsar la vinculación con ex-alumnos de las universidades adscritas y concretar la habilitación de salas creativas en el Campus Curauma.

Luis Mercado es Doctor en Bioquímica y Biología Molecular, Magíster en Ciencias Microbiológicas y académico de la Facultad de Ciencias de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso (PUCV). Actualmente se desempeña como director ejecutivo del Consorcio Science Up, cargo que asumió a comienzos del año 2022.

Además, el Dr. Luis Mercado dirige la Dirección de Investigación de la VINCI PUCV, donde lidera diversos proyectos que buscan impulsar y divulgar una cultura de investigación, mediante programas de postgrado y centros de investigación dedicados a ello.

¿Cuál cree que es el mayor aporte de Science Up a los estudiantes de las universidades adscritas (PUCV, USACH, UCN)?

Science Up es un Consorcio para la implementación de programas formativos en innovación y emprendimiento con base científica-tecnológica, por lo tanto, el mayor aporte a los estudiantes es un enriquecimiento en su formación profesional.

La investigación aplicada constituye un compromiso de la Universidad con la sociedad, por tanto, las investigaciones al interior de nuestras instituciones que aún no se resuelven, pierden valor. Entonces, implementar programas de formación en innovación y emprendimiento (i+e), mejorará las capacidades de nuestros alumnos para insertarse de mejor manera en el mundo laboral y productivo.

¿Cuál es su visión respecto a que estudiantes de pregrado y posgrado estén desarrollando emprendimientos de base científica-tecnológica con el programa “Growing Up: Cuéntanos tu idea”?

Es muy positivo, les estamos dando herramientas para encauzar de forma seria y rigurosa sus ideas innovadoras, para materializar propuestas concretas y muy bien estructuradas.

Para innovar se requiere un conocimiento de base, que permite proponer aplicaciones de utilidad en la resolución de problemas, pero estas aplicaciones deben seguir una ruta rigurosa de argumentación, es decir, el aprendizaje del lenguaje y la comunicación con el sector productivo. Así como conocer las fuentes de financiamiento más pertinentes para alcanzar las metas propuestas. 

¿Cuál cree que es la clave para incentivar el emprendimiento de base científico-tecnológica en estudiantes de pregrado y postgrado?

Desde una perspectiva muy personal, creo que hay que desarrollar la creatividad en los estudiantes, se debe superar la forma de enseñar basada en la repetición de contenidos.

La base teórica es fundamental, pero se debe dar un paso más; el de la aplicación, el de visualizar cómo la ciencia ha contribuido a la sociedad, al entorno y a la vida de las personas. Hay que enseñar referentes, ejemplos de innovaciones exitosas, y emprendimientos que han acertado, esto desde soluciones sencillas hasta las más complejas.

El proyecto de Roberto Bastías, Kiwiphage, fue parte del Programa de Rápida Implementación de Science Up y recientemente firmó el contrato de licencia de transferencia con la empresa Agroadvance. ¿Cuál cree que es el rol del Consorcio en proyectos investigativos como este y qué esperan lograr a futuro? ¿Cómo se puede incentivar a la investigación en académicos/as?

El rol del consorcio es precisamente otorgar apoyos concretos, en este caso la investigación ya llevaba años de desarrollo y se requería apoyos concretos en la implementación de su aplicación. Entonces, el desafío es impulsar la búsqueda en nuestras universidades de investigaciones con un nivel avanzado de desarrollo, y acompañar en sus fases finales de implementación. Este es un momento clave para consolidar convenios o contratos con las empresas.

¿Existen alianzas/convenios de colaboración que esperan concretar a futuro?

Un trabajo que es muy atractivo de desarrollar y que está en la agenda de Science Up es la vinculación con ex-alumnos de nuestras universidades que han desarrollado innovación y/o emprendimientos.

Queremos vincularnos, invitarlos y establecer programas formativos con los actuales estudiantes, para que conozcan casos exitosos, su recorrido, sus errores y aciertos. Además, podremos establecer relaciones recíprocas entre las universidades y sus empresas o innovaciones.

¿Qué proyecciones tiene para el Consorcio Science Up durante 2023?

El 2023 es un año de ir consolidando resultados y compromisos. Cada uno de los tres pilares del Consorcio, ya posee avances significativos. Destacamos el perfil de competencias para la implementación del minor consorciado en innovación y emprendimiento, la selección de proyectos de innovación de los estudiantes, los apoyos concretos a académicos para ejecutar sus ideas de base científica tecnológica, y la actualización de las huellas de género en nuestras instituciones.

Este año, además, esperamos contar con espacios habilitados como salas creativas para la formación de innovadores.

Entrevista

La coordinadora del Eje de Armonización Curricular de la iniciativa Science Up, Consorcio Ciencia 2030; reflexiona sobre lo que la llevó a ser una investigadora en matemática, rescatando una infancia con pocas diferencias de género y el efecto del liderazgo en su formación.

¿Cómo es una mujer científica? Una pregunta que traía una serie de estereotipos a los compañeros universitarios de la Dra. Galina García Mokina, desde una personalidad tímida y aburrida hasta el cuestionamiento de si siquiera existen. Una imagen que no calzaba con ella, una líder alegre y sin miedo a hablar en público. Cualidades que hoy son muy importantes para su actual cargo en la Facultad de Ciencia de la Universidad de Santiago de Chile: Vicedecana de Docencia.

¿Cuándo surgió su interés por la ciencia?

Desde muy chiquita tenía definido que me gustaba la matemática y la física. Mis padres son ingenieros y siempre cultivaron mi amor por la ciencia. En la escuela también, donde veían mi potencial y me daban la opción de participar en muchas actividades extracurriculares. Así empecé a ir a las olimpiadas.

¿Le gustaban las competencias?

Más bien tener buenos resultados. A mis amigas y a mí nos iba bien académicamente y éramos responsables, pero también alegres y sin miedo a hablar en público, entonces siempre nos elegían para todo, incluso para representar al colegio. Nosotros desde la primaria votamos para elegir a un Jefe de escuela, un Jefe de estudios y uno de actividades; los que recibían capacitaciones. Mi grupo siempre salía elegido.

¿Había una figura femenina que la haya influido?

Para mí siempre fue mi mamá. Ella me apoyaba en todo y me incentivaba a entrar a colegios especializados, como el Preuniversitario de Ciencias Exactas, durante los estudios de media. Para entrar a este colegio había que pasar por unas pruebas e ir a unas escuelas de verano, las que eran parte de un programa en el cual cada municipalidad preparaba a un grupo de estudiantes para entrar a ese colegio. Luego se hizo una selección y solo una amiga mía y yo fuimos escogidas. Lo bueno es que, gracias a la buena preparación que obtuvimos en este colegio, entrar a la universidad y, en particular el primer año, fueron fáciles para nosotras.

¿Habían diferencias en torno al género?

En la universidad tal vez. Entré a licenciatura en Física y cada vez que decíamos qué estudiábamos nos decían “¿están seguras?”, como diciéndonos “no puede ser”. Es que éramos alegres y divertidas, y tal vez  creían que los físicos eran aburridos. Además todos pensaban que era una carrera muy difícil para nosotras. Nos miraban y decían “están locas” o “ustedes no van a terminar”.

Pero en lo demás, nunca sentí que un profesor hiciera diferencias, como “si eres niña no vas aquí”. Todos competíamos por igual. Eso sí, en un comienzo entramos muchas y luego quedamos muy pocas, aunque también desertaron hombres. Es que era una carrera dura.

¿Tal vez los roles de lo femenino y lo masculino en Cuba son más paritarios?

Yo creo que sí. Diferencias de salario no hay. Saliendo de la universidad tenemos dos años para pagar la carrera y todos tienen el mismo salario, no importa si eres hombre o mujer. Además, allá todo el mundo trabaja, la mujer tiene seis meses de postnatal y luego tiene que volver a trabajar, porque hay lugares donde cuidan a los niños desde muy pequeños y así apoyan a las mamás en su regreso  al trabajo.

¿Las tareas domésticas se compartían?

En mi casa sí, cada uno tenía sus responsabilidades. Por ejemplo, mi padre era militar y tenía menos tiempo en la casa, pero cuando llegaba tenía que estudiar con nosotras, acostarnos para dormir, en las mañanas llevarnos al colegio, etc. Todo dividido.

¿Cuándo y por qué comenzó su investigación en matemática?

Cuando terminé mi carrera trabajé en el Instituto de Oceanografía en investigación, pero tenía ganas de más. Los postgrados en Cuba cubren muy pocas áreas, así que era difícil. Una amiga que fue a Chile a una escuela de verano me habló de un doctorado en matemáticas y me pareció interesante, pensé que yo siendo física podría hacerlo. Postulé y así llegué.

Cuando uno llega a Chile hace muchos cursos y ahí va viendo que es lo que más le gusta. Como yo venía de la física me gustaba lo aplicado y así me especialicé en teoría de control en ecuaciones diferenciales, así como en problemas inversos, que en palabras simples, es cuando en un modelo conocemos las ecuaciones pero no las condiciones iniciales o las fuerzas que actúan sobre el sistema, y el objetivo es, usando mediciones posteriores del estado, poder recuperar esos datos inicialmente desconocidos. 

Sobre el Día Internacional de la Mujer Matemática, ¿por qué cree que es importante celebrar?

Que por primera vez se tenga una ganadora de la Medalla Fields (la matemática Maryam Mirzakhanies, en 2014) es un logro que hay que celebrar. Para nosotras este tipo de conmemoraciones son súper importantes, porque nos visibilizan. Es una manera de decir que existen mujeres matemáticas y estamos contribuyendo. Pero no es un desafío de un día, es diario.

Desde la armonización curricular hay iniciativas para visibilizar el trabajo de las mujeres a través de las mallas, proponiendo cursos que tengan de forma transversal este objetivo. Pero no solo tiene que estar en la malla, sino también en acciones fuera del aula que nos ayuden a cambiar culturalmente, como modificaciones en nuestra forma de comunicar.

En colaboración del Eje de Liderazgo y Participación Femenina, gestamos el documento “Recomendaciones para el uso de un lenguaje no sexista”, el cual buscamos que ayude a cambiar actitudes, para que también se refleje la incorporación de la perspectiva de género en nuestro lenguaje.

En el Día Internacional de la Creatividad e Innovación, el representante del Consorcio Science Up fue a los estudios de Radio Usach y Santiago Tv para comentar cómo se aborda este desafío en las facultades de ciencia.

El Administrador del Proyecto Science UP en la Universidad de Santiago de Chile, Adolfo Ocaña, asistió el 21 de abril de 2023 al programa radial “Enlace Usach”. Esta entrevista se gestó en el marco del Día Internacional de la Creatividad e Innovación, celebrado por primera vez en esta casa de estudio, en la cual logró abordar las diferentes aristas que tiene esta iniciativa Ciencia e Innovación 2030.

“Este es un proyecto bastante particular, porque está diseñado específicamente para desarrollar emprendimiento en la universidad”, para lo cual destacó las estrategias que hoy se implementan en la Facultad de Ciencia y la Facultad de Química y Biología que son parte del Consorcio en la Usach.

En esta conversación con el periodista Rodrigo Alcaíno, el Administrador del Proyecto logró difundir los objetivos del Consorcio, su dinámica de trabajo y que es lo que busca aportar a la comunidad estudiantil en las tres universidades que lo conforman: Pontificia Universidad Católica de Valparaíso, Universidad Católica del Norte y la Universidad de Santiago.

“Nosotros estamos trabajando para desarrollar en las y los estudiantes competencias emprendedoras” destacó, mencionando que tres capacidades que se buscan desarrollar: identificación de oportunidades, atraer a sus proyectos los recursos valiosos (monetarios y no monetarios), y el liderazgo; las cuales se abordan en su programa para estudiantes que comenzó a impartirse en abril: Growing Up! Cuéntanos tu idea.

Vincularse con el entorno socioeconómico estrechando lazos con los egresados, construir una comunidad donde las mujeres puedan desarrollarse en igualdad de condiciones para que el país aproveche ese potencial y hacer las adecuaciones curriculares necesarias para potenciar a largo plazo la formación de las competencias emprendedoras de las y los estudiantes y las generaciones futuras; fueron parte de las estrategias descritas.

“La idea es que el conocimiento generado en las universidades potencie el desarrollo del país a través de su traducción en nuevas innovaciones, nuevos negocios, nuevas empresas”, señaló, destacando el caso de Pablo Zamora, egresado de la Facultad de Química y Biología que fundó Not Company, que hoy es parte del Comité estratégico del Consorcio.

“Estamos ahora justo a la mitad de la implementación de este proyecto, que contempla tres etapas. La primera principalmente fueron visitas a las universidades del extranjero para obtener buenas prácticas” señaló, describiendo cómo a partir de esta experiencia se desarrolló un plan estratégico para la segunda etapa con mira al 2030, la cual se está implementando desde 2021 y que ahora está en revisión para continuar por tres años más, para luego comenzar una etapa de consolidación.