El Doctor en Microbiología y docente del Instituto de Biología de la PUCV, Roberto Bastías, es el creador de “Kiwiphage”, un bioinsumo basado en bacteriófagos para el control de la bacteria causante del cáncer del kiwi.
“Kiwiphage” forma parte de los proyectos de Rápida Implementación de Science Up, Programa que apoyó el proceso que este equipo de investigación ya venía llevando a cabo con la ayuda de financiamiento Fondef IDeA, para la realización de las actividades experimentales durante 2015-2018. Con el apoyo final del Consorcio, el equipo logró impulsar las últimas fases del proceso de transferencia tecnológica.
Se espera que el proyecto tenga un impacto positivo para la industria, ya que permitirá mantener controlada una pandemia que no ha tenido una solución definitiva y ha limitado la producción nacional e internacional del kiwi. De esta manera, “Kiwiphage” se hace cargo de una problemática real de la industria agrícola, logrando una conversación exitosa entre lo que el sector productivo del país necesita y lo que la academia puede brindar en respuesta a ello.
¿Cómo fue el proceso para llegar a Kiwiphage?
Fue un proceso largo, que duró más de cinco años. Partió con una idea sencilla que surgió luego de leer una noticia sobre los problemas que estaba causando la bacteria Psa a la industria del kiwi.
Luego de eso, formamos un equipo con las profesoras Carolina Yáñez y Ximena Besoaín y partimos evaluando los aspectos más sencillos y básicos de la idea con un proyecto interno de la PUCV, esto nos permitió generar resultados preliminares para adjudicarnos fondos externos. En el desarrollo de esta idea tuvimos que aprender muchas cosas porque tuvimos que interactuar con organismos estatales y también con el sector privado, lo que nos permitió entender las distintas necesidades de cada sector.
No fue fácil tampoco, porque parte importante del proyecto se realizó durante el periodo de pandemia, con todas las restricciones que eso implicaba. En este punto fue muy importante la colaboración que establecimos con el sector privado. En todo este tiempo participaron estudiantes de pre y postgrado y también investigadores postdoctorales; entonces, el que hayamos podido llegar a un resultado positivo también es gracias a ellos y al apoyo que nos brindó la Universidad en todo momento.
¿De dónde nace tu interés por emprender?
En realidad, no me considero un emprendedor porque para ser emprendedor hay que hacer mucho más de lo que nosotros hacemos en nuestro grupo de investigación. Me gusta realizar investigación en ciencia básica, pero también me gusta la investigación aplicada que intenta resolver problemas. En este sentido, sí considero importante que cuando uno realiza investigación aplicada, esta no quede solamente en un artículo científico o guardada en un cajón, entonces intento que lo que nosotros hacemos vea la luz, para lo cual es necesario colaborar con el sector privado.
¿Cómo ha sido tu proceso formando parte de los proyectos de Rápida Implementación de Science Up?
En un comienzo no tenía muy claro en qué consistía el proyecto. Sabía que la idea era apoyar a proyectos que estuviesen en etapas avanzadas de desarrollo para que pudiesen transferirse o implementarse, entonces en nuestro caso utilizamos esta oportunidad de apoyo para finalizar algunos últimos detalles del proyecto y, además, para terminar el proceso de solicitud de patente.
Creo que todo eso fue muy importante para que la empresa se decidiera a firmar un convenio de licenciamiento con la Universidad por nuestra tecnología. Muchas veces los objetivos que busca un proyecto de investigación aplicada no son suficientes para que una nueva tecnología pueda implementarse o transferirse definitivamente; entonces, herramientas como las que entrega Science Up son muy bienvenidas.
También formas parte del eje de Vinculación con el Entorno Socioeconómico de Science Up, ¿cuál crees que es la relevancia de la aplicación de estos temas como emprendimiento, transferencia tecnológica, en las universidades del Consorcio?
Creo que Chile y las universidades en general, tienen un enorme potencial para realizar emprendimientos, porque poseen la materia prima más importante que es el intelecto de sus profesores y estudiantes.
En las universidades, constantemente se generan ideas con un alto potencial de innovación, pero no siempre llegan a puerto, entonces considero muy importante que se implementen programas como Science Up, que le entregan herramientas a los estudiantes para que puedan desarrollar sus ideas y emprender.
¿Cómo crees que se podría incentivar el emprendimiento de base científico-tecnológica en estudiantes de pre y postgrado?
Incentivar el emprendimiento de base científico-tecnológica es algo complejo. Creo que es muy difícil despertar el interés en una persona que naturalmente no tiene una inclinación por emprender. Lo que sí ocurre, es que existe muchos estudiantes de pre y postgrado que tienen ideas y ganas de emprender, pero muchas veces no cuentan con las herramientas o el apoyo para poder hacerlo.
Science Up ha implementado una serie de iniciativas que van en ese mismo sentido, por ejemplo, en este semestre recién pasado, junto a la gente de Valparaíso Makerspace, se impartieron una serie de talleres asociados a la innovación y emprendimiento en cursos de pre y postgrado. En estos cursos, las y los estudiantes debieron elaborar propuestas de proyectos originales que tuvieran elementos de innovación y emprendimiento, para lo cual se apoyaron en las herramientas que les fue entregando la gente del Valparaíso Makerspace.
¿Cuál es tu consejo para las y los estudiantes de las facultades de ciencias que quieren emprender?
En realidad, no sé si soy la persona más adecuada para dar un consejo en ese sentido, porque como dije, no me considero realmente un emprendedor. Sí les puedo decir, que si tienen el interés por realizar investigación aplicada o desarrollar proyectos de base científico-tecnológica, que exploten ese entusiasmo, que sean perseverantes y que aprovechen todas las oportunidades que la Universidad les entrega.