COLUMNA DE OPINIÓN
“Una lección para los que nos dedicamos a la docencia e investigación, es que si dedicamos parte de nuestro tiempo en fomentar la formación e investigación interdisciplinaria y vinculada con la sociedad podemos impactar positivamente en la ciudadanía”.
Por Felipe Elorrieta, doctor en Estadísticas, profesor asistente en Departamento de Matemáticas de la Universidad de Santiago de Chile.
A un año y medio del inicio de la pandemia de Covid-19 en el mundo, hemos podido ver cómo académicos e investigadores de las más diversas disciplinas se han puesto al servicio del análisis y la comunicación de riesgo sobre el impacto y los efectos del Covid-19.
Sin ir más lejos, aquí en Chile, algunos centros de estudios interdisciplinarios como Espacio Público han participado activamente en la discusión del impacto del Covid-19. De igual manera, otras iniciativas interdisciplinarias han nacido durante esta pandemia. Algunos ejemplos notables son el grupo ICOVID -grupo de académicos con formación en salud pública, epidemiología, matemáticas, estadística e ingeniería y comunicaciones de la Universidad de Chile, Universidad Católica y Universidad de Concepción– o, en menor escala, el Grupo Epidemiológico Matemático de la Universidad de Santiago de Chile, en el que he tenido la oportunidad de colaborar junto a otros académicos y alumnos relacionados a la estadística, medicina, ingeniería y periodismo.
Es claro que la voz principal en la comunicación de riesgo la debe llevar quienes han dedicado su vida académica a la investigación de este virus infeccioso y sus efectos en la población. Sin embargo, creo que es indiscutible el aporte de todas estas iniciativas en la discusión y en la comunicación de riesgo durante la pandemia. El aporte de visiones adicionales a las que generalmente han liderado estas discusiones, ha permitido enriquecer el debate con una comunicación dirigida a la población basada en evidencias sobre el impacto de la pandemia en nuestro país. En este sentido, el aporte de diversos investigadores ha servido como contraparte de las versiones oficiales de las autoridades y ha ejercido una debida presión con el fin de que se tomen medidas pensando en la salud de la población.
En este sentido, una lección para los que nos dedicamos a la docencia e investigación, es que si dedicamos parte de nuestro tiempo en fomentar la formación e investigación interdisciplinaria y vinculada con la sociedad podemos impactar positivamente en la ciudadanía. Lamentablemente, esto no depende solamente de nosotros como investigadores sino que también de los incentivos que se generan para hacer investigación vinculada con la sociedad. En ese sentido mi llamado es que las universidades y la ANID puedan valorar más iniciativas de investigación que permitan llegar con un mensaje claro a la ciudadanía.
En la misma línea, se podría dar más valor a iniciativas de divulgación del conocimiento que tienen un impacto directo en la sociedad, como la que por ejemplo fomenta el programa explora de CONICYT. En esta área hay varias iniciativas que hacen una tarea muy destacada de divulgación científica como, por ejemplo, el Instituto Milenio de Astrofísica (MAS) o el Planetario de la Universidad de Santiago. Todas estas iniciativas han permitido acercar la labor científica a la ciudadanía, pero aún queda mucho trabajo por hacer. Es por esto que es muy valorable que iniciativas en nacimiento como el consorcio Science Up se sumen a la difícil tarea de fomentar la formación interdisciplinaria y la investigación aplicada a la sociedad.