Entrevista serie “Mujeres líderes en la academia”
La actual Coordinadora del Eje de Armonización Curricular del Consorcio Science Up para la Facultad de Química y Biología de la Usach, analizó su trayectoria académica para encontrar los elementos que la llevaron a transformarse en una líder en ciencias.
En la actualidad, el cuestionamiento de si el género es determinante para ser o no líder, cada vez es más obsoleto. No obstante, el dilema de si se nace o se hace se mantiene. Frente a esto, la Vicedecana de Docencia y Extensión de la Facultad de Química y Biología de la Universidad de Santiago de Chile, Dra. Brenda Modak Canobra, plantea otra arista: si la motivación es lo suficientemente fuerte para asumir los sacrificios que implica ser líder.
“Ha significado no poder darle todo el tiempo que yo quisiera a mi investigación, eso para mí ha sido una complicación. Sin embargo, no es que una ande buscando un puesto administrativo, porque podrían ofrecerte uno y decir ‘no, muchas gracias’. En mi caso la respuesta también pasa por el querer a la facultad”, destaca.
Su historia comienza en la infancia. Desde pequeña la química se le daba sin esfuerzo, lo que disfrutaba. Sus estudios los desarrolló en la Usach, primero en Pedagogía en Química y Biología, luego el Magíster y Doctorado en Química. En esta misma universidad comenzó su carrera académica y al poco andar su carrera administrativa.
La motivación para asumir cargos de liderazgo se asocia a un sentimiento de pertenencia con la facultad. Sin embargo, el cómo construyó el camino hasta su puesto actual, lo asocia a la “adquisición de saberes, que van más allá de la capacidad de aprender. El liderazgo está en la capacidad de internalizar las experiencias, el saber cómo enfrentar los desafíos”.
Para enfrentar estos desafíos, hay algo que ha sido transversal en su vida: el trabajo en equipo. Marcó su vida personal, pues existió un apoyo mutuo con su pareja para avanzar en sus carreras. Marcó su investigación, pues gracias a la colaboración interdisciplinaria se insertó en el mundo de la innovación. Finalmente, marcó su carrera administrativa, pues sin un equipo tenaz que la ayudara, señala que su carrera no hubiera sido la misma.
La intuición detrás de la innovación
Su investigación comenzó con el estudio de las propiedades antioxidantes de los metabolitos secundarios aislados las plantas del género Heliotropium, que habitan en el desierto, las que para protegerse producen una resina que las cubre completamente. Ella aísla esta resina y extrae sus compuestos, principalmente flavonoides, los que además están presentes en frutas y verduras, tienen muchas propiedades beneficiosas para el organismo, por lo que suelen ser consumidos.
“Ahí empezó un poco el bichito de la aplicación. Cuando empezó el boom de las salmoneras, tuve mis primeros contactos con la Dra. Ana María Sandino y la Dra. Mónica Imarai, expertas en patógenos que atacan salmones. Les hablé de estos compuestos para probarlos en salmones y vimos que tenían buenos resultados”, relata.
Desde ahí en adelante, sus investigaciones tomaron el rumbo de la interdisciplina y de la innovación, generando cuatro patentes en Chile y dos en el extranjero asociadas a inmunoestimulantes, antivirales y antibacterianos. Su objetivo es dar una alternativa a los compuestos tóxicos que actualmente utiliza la industria, aportando otros más amigables con el medioambiente.
“La idea es ir reemplazando los antibióticos, que provocan un daño a los ecosistemas marinos. Estos se han ido acumulando en el lecho marino y han provocado resistencia a las bacterias en peces, la que puede traspasarse a los animales terrestres que viven alrededor del entorno marino y finalmente a los que comemos los peces, generándonos resistencia también. Estamos buscando una alternativa para evitar esa resistencia e impacto medioambiental”, rescata.
Compatibilizar y potenciar
Hoy también es una de las coordinadoras del Eje de Armonización Curricular de Science Up en la Usach, lo que la ha llevado a asumir nuevos desafíos: potenciar la innovación y la perspectiva de género en las mallas curriculares de las carreras de su facultad, en concordancia con todas las facultades de ciencias que son parte del Consorcio.
“Se ha desarrollado un diálogo bastante enriquecedor entre las universidades sobre cuáles son las habilidades y competencias que un/a estudiante debe tener para la innovación y la creatividad. Hay diferencias, sí, las identidades de las universidades son distintas, pero también las de las carreras mismas. No es fácil, es un desafío y ahora se viene el minor sobre innovación y emprendimiento”, adelanta la académica.
Estos ajustes curriculares se insertan en las acciones para que la innovación pase de ser una novedad a ser una alternativa natural para la comunidad académica y estudiantil. Un cambio cultural al cual se suma la perspectiva de género, para que la conversación que hoy se gesta en la sociedad se traspase a la formación de las nuevas generaciones científicas.
“En nuestra época del doctorado había machismo. Más de una vez un profesor cuestionó que realizara el doctorado. Después, en la carrera académica tampoco fue fácil, a algunos profesores les costaba reconocer que éramos sus pares, y que ya no éramos estudiantes, mientras que en lo administrativo, asumir como jefas de algunos que fueron nuestros profesores, también fue difícil. Es que nunca ha sido fácil”, indica, proyectando que los esfuerzos de hoy se reflejen en las aulas, para que estas situaciones no se repitan.
¿Qué le diría a las niñas y jóvenes que quieren estudiar ciencias?
– Que hay que atreverse. Tenemos las mismas capacidades que los hombres y no tenemos que demostrarle nada a nadie. Podemos, solo tienen que atreverse.